A pesar de encontrarnos en el apogeo de la información digital, hay quienes disfrutamos el placer de hojear un periódico de papel.
Esa costumbre forma parte de la herencia que me dejó mi abuelo. No he conocido a nadie que le gustara tanto leer el diario como a don Chencho.
Madrugaba para trabajar en el campo y con los primeros rayos del sol ya buscaba las columnas del día. Al regresar a su casa, hacia el segundo repaso en la hamaca que tenía en un tejabán. Por la tarde, antes de dormir, repetía la rutina por tercera ocasión, para asegurarse de que las noticias seguían siendo las mismas.
Los domingos, el periódico viene más choncho. Tras despertar más tarde que entre semana, no hay como darle una repasada, antes de desayunar.
Pero como ayer por la noche llovió, cambié mi ilusión por una cubetada de agua fría.
¡Mi periódico estaba mojado!
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Pedir perdón
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Señoras, señores: Antes de comenzar quiero solicitarles a todos ustedes nos
pongamos de pie, para guardar un minuto de silencio en honor y memoria de
la...
Hace 13 años
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